Cuando nos tomamos la presión arterial, o lo que coloquialmente llamamos
tensión, lo que hacemos es medir la fuerza que ejerce la sangre impulsada por
el corazón sobre las arterias. Ésta va variando a lo largo del día, por lo que
no es constante, aunque habitualmente en una persona sana se mantiene dentro de
unos valores. Cuando hablamos de la presión arterial siempre hablamos de dos
valores, la máxima y la mínima:
- Presión sistólica o conocida como “la
máxima”: medimos la fuerza de la sangre en las arterias cuando el corazón se
contrae, impulsa la sangre de su interior con fuerza por las arterias, y
por tanto la presión va a alcanzar un valor máximo.
- Presión diastólica, más conocida como “la
mínima”: medimos la fuerza de la sangre en las arterias mientras el
corazón está relajándose para prepararse para una nueva contracción. En
este momento no impulsa sangre por las arterias y por tanto la
En condiciones normales una persona sana va a tener unos valores de presión
arterial por debajo de 140/90 (máx./mín.). De forma general,
cuando la medida de la presión arterial está por encima de estos valores de
forma continuada se puede hablar de hipertensión arterial (HTA).
La hipertensión arterial mantenida en el tiempo y sin tratar puede provocar
problemas a largo plazo como infarto de miocardio, derrame cerebral, fallo
renal y aneurisma (dilatación de una arteria que puede llegar a romper provocando hemorragias graves e incluso la muerte). Como ves, es algo serio a
tener en cuenta.
Cuando somos jóvenes nuestras arterias son muy flexibles y amortiguan y
reparten la fuerza con la que la sangre sale del corazón, de forma que la
presión arterial es amortiguada y es más fácil que esté en valores bajos. Sin
embargo, a medida que envejecemos, nuestras arterias se van volviendo más
rígidas y esto hace que nuestra presión arterial suba. Esta es la razón por la
que las personas de más edad tienen habitualmente una presión arterial mayor
que las personas más jóvenes, y muchas veces es necesario tomar medicación para
devolverla a valores normales.
¿Qué podemos hacer?
Existen hábitos de vida o condiciones personales que pueden llevarte a
tener hipertensión arterial.
Los más importantes son el tabaco, el consumo excesivo de sal, la obesidad,
la ingesta de alcohol o una dieta rica en colesterol y grasas.
Necesitamos evitar o reducir estos factores para evitar o minimizar y
retrasar la aparición de la hipertensión.
Intenta llevar un estilo de vida saludable, comenzando por
abandonar hábitos perjudiciales como el tabaco y reducir el consumo de café y
sal. Procura perder peso en caso de tener sobrepeso.
También es importante consumir frutas y verduras. Reduce el consumo
de azúcares, el alcohol, la sal y el colesterol, y los productos que
pueden contenerlos como son los embutidos, quesos y conservas.
Además es muy beneficioso realizar ejercicio físico moderado, siempre según
tu edad y condiciones físicas. Caminar una hora al día es un ejercicio muy
beneficioso muy asequible para la mayoría de nosotros, y nos ayudará a mantener
sanas y jóvenes nuestras arterias y nuestro corazón.
También debemos evitar situaciones que nos generen estrés, ya que pueden darnos subidas de tensión repentinas.
También debemos evitar situaciones que nos generen estrés, ya que pueden darnos subidas de tensión repentinas.
Si en tu familia hay casos de hipertensión puede que tengas más
predisposición a tenerla tú. En este caso desgraciadamente no podrás hacer más
que tener el resto de factores bajo control más estricto, y vigilar tu tensión
periódicamente para tratarte la hipertensión en cuanto aparezca.
Para la medida de la tensión, puedes optar por tomártela en casa, o bien
acudir a la farmacia o centro de salud más cercano donde un profesional de la
salud realizará la medida.
Si optas por realizar la medida en casa, te recomendamos los actuales
medidores automáticos, te van a permitir hacer una medida correcta sin
necesidad de ser un profesional. Es importante que sepas que son más precisos
los tensiómetros de brazo que los de muñeca o dedo.
Procura realizar las medidas en la misma franja horaria y anótalas para un
mejor control, y muéstraselas al médico cuando acudas a su consulta, le puede
ser de mucha ayuda.
Para tomar la tensión, ya sea en casa o en la farmacia, es importante que
lo hagas tras unos minutos de reposo. Tómala sentado con las piernas sobre el
suelo y nunca alzadas o cruzadas, y el brazo en el que haremos la medición
apoyado en la mesa.
El manguito tiene que estar en contacto con la piel y debes estar en
silencio.
El mejor momento de toma de tensión es a media mañana o a media tarde.
Antes de la toma evita sustancias excitantes y vacía la vejiga.
La hipertensión no puede curarse, pero puede controlarse.
Mucha gente hipertensa y que toma tratamiento piensa que cuando sus valores
vuelven a la normalidad pueden dejar de tomarlos. Esto no es cierto ya que la
medicación es la que mantiene esos niveles normales, con lo que nunca
dejes la medicación sin consultar con tu médico.
Si sospechas que tienes hipertensión, o la tienes diagnosticada pero
piensas que no la tienes controlada, o simplemente te gustaría conocer los
valores de tu presión arterial, ven a la farmacia a controlar tus valores.
Y si tienes alguna duda ven, estaremos encantados de ayudarte.
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